Caso 1: Esta es una máquina que vende periódicos. Cuando recién la vi, pensé que era un distribuidor de diarios gratuitos, luego, me di cuenta que tenía una ranura para poner una moneda. Lo comprobé cuando se acercó un señor, metió una moneda y retiró un periódico. Igual se podría coger el diario sin poner ninguna moneda (no hay reja, puerta, ni nada que lo impida).
Caso 2: Este es el metro de Berlín, la entrada es totalmente libre. Dentro del andén hay una máquina que vende los tickets y cada pasajero lo compra y lo marca (como prueba de que lo ha usado). Tardé varios minutos en darme cuenta del funcionamiento, cuando recién entré, pensé "es gratis", en realidad era imposible que lo fuera, pero no entendía donde ni como se pagaba cada viaje. Cuando por fin supe cómo se tenía que hacer, tampoco entendía por qué se debía comprar un ticket si se podía subir sin ningún impedimento al vagón.
Estos dos casos me dejaron pensando en que diferente sería, si esa máquina y ese metro estuvieran en Lima. En la entrada anterior planteaba la hipótesis de que una de las razones del desarrollo de un país es aprender de su historia, esta vez pensaba escribir acerca de los ciudadanos como agentes de cambio y de por qué algunas cosas en Lima (y en el Perú en general) no funcionan como deberían.
Tenía esa hipótesis hasta que me puse a pensar con mayor detenimiento en este fenómeno. Esta tarde conversaba con algunas amigas de mi clase (sudamericanas todas) y hablábamos de los problemas de nuestros países... hasta que dije "el tema es que no somos honestos y siempre estamos pensando en sacarle la vuelta al Estado, en evadir impuestos, en atropellar a los demás, en pasarnos la luz roja, etc, etc, etc". No pasó mucho tiempo para que me dijeran que en realidad el problema era la gente que pensaba como yo. Me explico, ¿por qué creer que otras culturas u otros ciudadanos son mejores que nosotros?, ¿por qué esperar que un peruano se comporte igual que un alemán? No tiene sentido, son realidades e historias muy distintas. Ellas, ponían la responsabilidad en el Estado y en la falta de políticas públicas que eduquen, protejan y den bienestar a la ciudadanía.
Traté de defender mi postura dando ejemplos cotidianos como el peatón que en lugar de cruzar por el puente peatonal pasa corriendo por debajo o el chofer de combi que se siente dueño de la pista y de los semáforos. Yo estaba poniendo todo el peso en el individuo y en el proceso de socialización, es decir, el aprender e interiorizar normas, valores y formas de percibir la realidad, que nos permiten adaptarnos al entorno en el que vivimos. De ahí que cada sociedad tiene una jerarquía de valores distinta y eso conlleva a tener ciudadanos que se comporten de forma diferente. Sin embargo, no estaba considerando la responsabilidad que tiene el Estado en todo esto. Mi análisis pasaba por "culpar" a los pobladores de los problemas de convivencia y de caos que tiene Lima, cuando en realidad no se le puede pedir respeto a aquel que nunca ha sido respetado.
El cuestionamiento que esta conversación me dejó fue, siguiendo el ejemplo de las combis, que habría que ver si es que el Estado procurara políticas públicas que solucionen el problema del transporte, si es que los choferes ganan lo que deben ganar, si reciben los beneficios laborales que les corresponden y si los policías de tránsito sancionan drásticamente, si es que luego de todo ello, siguen manejando como salvajes. La hipótesis ahora, es que los ciudadanos responden a la ausencia e indiferencia del Estado, a aquello que nunca han recibido y que por tanto, no les permite actuar ni ver el mundo de otra manera.
Hay cosas de Lima que son escandalosas, que me desagradan, que sencillamente no tolero. No pretendo quitarle responsabilidad al ciudadano, ni excusar conductas poco civilizadas, pero dentro de la aparente irracionalidad, hay racionalidad. Es una respuesta a lo que el Estado no ha podido solucionar. Siguiendo esta lógica, ¿qué pasa con aquellos que sí han recibido educación, que sí han vivido en un entorno de orden, y en donde las cosas funcionan correctamente? Estamos hablando de los que pertenecemos a un sector privilegiado. Pues en este caso es más escandaloso no respetar, no cumplir la ley, no buscar la convivencia en armonía.
Ahora tengo claro que ni la máquina de periódicos ni el metro, funcionarían en Lima y no tiene sentido planteárselo. Nuestra historia es diferente y eso hace que nuestros ciudadanos (y su escala de valores) sean diferentes, ni mejores ni peores, solo diferentes. Lo que si debemos procurar y exigir, es un Estado que empiece a actuar... cada uno de nosotros responde a lo que recibe, es en cierto modo, una forma de condicionamiento clásico, un estímulo produce una respuesta. Desde hace tiempo es hora que el Estado empiece a estimular y lo que nos toca a nosotros es responder.