viernes, 28 de marzo de 2008

¿Para qué sirve la historia? (II)

Caso 1: Esta es una máquina que vende periódicos. Cuando recién la vi, pensé que era un distribuidor de diarios gratuitos, luego, me di cuenta que tenía una ranura para poner una moneda. Lo comprobé cuando se acercó un señor, metió una moneda y retiró un periódico. Igual se podría coger el diario sin poner ninguna moneda (no hay reja, puerta, ni nada que lo impida).

Caso 2: Este es el metro de Berlín, la entrada es totalmente libre. Dentro del andén hay una máquina que vende los tickets y cada pasajero lo compra y lo marca (como prueba de que lo ha usado). Tardé varios minutos en darme cuenta del funcionamiento, cuando recién entré, pensé "es gratis", en realidad era imposible que lo fuera, pero no entendía donde ni como se pagaba cada viaje. Cuando por fin supe cómo se tenía que hacer, tampoco entendía por qué se debía comprar un ticket si se podía subir sin ningún impedimento al vagón.



Estos dos casos me dejaron pensando en que diferente sería, si esa máquina y ese metro estuvieran en Lima. En la entrada anterior planteaba la hipótesis de que una de las razones del desarrollo de un país es aprender de su historia, esta vez pensaba escribir acerca de los ciudadanos como agentes de cambio y de por qué algunas cosas en Lima (y en el Perú en general) no funcionan como deberían.

Tenía esa hipótesis hasta que me puse a pensar con mayor detenimiento en este fenómeno. Esta tarde conversaba con algunas amigas de mi clase (sudamericanas todas) y hablábamos de los problemas de nuestros países... hasta que dije "el tema es que no somos honestos y siempre estamos pensando en sacarle la vuelta al Estado, en evadir impuestos, en atropellar a los demás, en pasarnos la luz roja, etc, etc, etc". No pasó mucho tiempo para que me dijeran que en realidad el problema era la gente que pensaba como yo. Me explico, ¿por qué creer que otras culturas u otros ciudadanos son mejores que nosotros?, ¿por qué esperar que un peruano se comporte igual que un alemán? No tiene sentido, son realidades e historias muy distintas. Ellas, ponían la responsabilidad en el Estado y en la falta de políticas públicas que eduquen, protejan y den bienestar a la ciudadanía.

Traté de defender mi postura dando ejemplos cotidianos como el peatón que en lugar de cruzar por el puente peatonal pasa corriendo por debajo o el chofer de combi que se siente dueño de la pista y de los semáforos. Yo estaba poniendo todo el peso en el individuo y en el proceso de socialización, es decir, el aprender e interiorizar normas, valores y formas de percibir la realidad, que nos permiten adaptarnos al entorno en el que vivimos. De ahí que cada sociedad tiene una jerarquía de valores distinta y eso conlleva a tener ciudadanos que se comporten de forma diferente. Sin embargo, no estaba considerando la responsabilidad que tiene el Estado en todo esto. Mi análisis pasaba por "culpar" a los pobladores de los problemas de convivencia y de caos que tiene Lima, cuando en realidad no se le puede pedir respeto a aquel que nunca ha sido respetado.

El cuestionamiento que esta conversación me dejó fue, siguiendo el ejemplo de las combis, que habría que ver si es que el Estado procurara políticas públicas que solucionen el problema del transporte, si es que los choferes ganan lo que deben ganar, si reciben los beneficios laborales que les corresponden y si los policías de tránsito sancionan drásticamente, si es que luego de todo ello, siguen manejando como salvajes. La hipótesis ahora, es que los ciudadanos responden a la ausencia e indiferencia del Estado, a aquello que nunca han recibido y que por tanto, no les permite actuar ni ver el mundo de otra manera.

Hay cosas de Lima que son escandalosas, que me desagradan, que sencillamente no tolero. No pretendo quitarle responsabilidad al ciudadano, ni excusar conductas poco civilizadas, pero dentro de la aparente irracionalidad, hay racionalidad. Es una respuesta a lo que el Estado no ha podido solucionar. Siguiendo esta lógica, ¿qué pasa con aquellos que sí han recibido educación, que sí han vivido en un entorno de orden, y en donde las cosas funcionan correctamente? Estamos hablando de los que pertenecemos a un sector privilegiado. Pues en este caso es más escandaloso no respetar, no cumplir la ley, no buscar la convivencia en armonía.

Ahora tengo claro que ni la máquina de periódicos ni el metro, funcionarían en Lima y no tiene sentido planteárselo. Nuestra historia es diferente y eso hace que nuestros ciudadanos (y su escala de valores) sean diferentes, ni mejores ni peores, solo diferentes. Lo que si debemos procurar y exigir, es un Estado que empiece a actuar... cada uno de nosotros responde a lo que recibe, es en cierto modo, una forma de condicionamiento clásico, un estímulo produce una respuesta. Desde hace tiempo es hora que el Estado empiece a estimular y lo que nos toca a nosotros es responder.

domingo, 23 de marzo de 2008

¿Para qué sirve la historia? (I)

A la velocidad con que cambian las cosas, la segunda guerra mundial sucedió hace mucho, mucho tiempo, ni siquiera habían nacido mis padres. Sin embargo, todos sabemos de ella, no solo por los cursos de historia, sino también por las decenas de películas y libros que se han escrito. Nazis, campos de concentración, persecución a los judíos, holocausto, las SS, etc. Miles de historias, miles de rostros, miles de muertes.

Desde hace algunos años, comencé a pensar en Alemania de manera distinta. El primer estereotipo que tenía era el de una país frío, de gente dura, con un idioma tosco y un clima terrible. En realidad, eran las únicas ideas que se me venían a la mente cuando pensaba en Alemania. Luego, empezó a despertar en mi cierta curiosidad, ¿cómo podía ser que un país que había quedado destruido después de la 2da GM ahora sea una potencia económica? Han pasado solo 60 años! ¿Cómo pudieron recuperarse tan pronto? Además quedó dividida, Alemania unificada es historia reciente, tenía 9 años cuando cayó el muro de Berlín, y de eso sí me acuerdo.

¿Por qué hay países como Alemania que luego de perder una GM se ponen de pie y recuperan fortaleza, desarrollo y estabilidad? Esta pregunta inmediatamente me lleva a pensar en otra, ¿por qué hay países como el Perú que tienen siglos de subdesarrollo? Aquí hay algo clave: aprender de la historia. Berlín es una ciudad fascinante, moderna (es obvio, todo tuvo que ser reconstruido), ordenada, respetuosa y llena de historia. Impregnada de pasado, reconociendo que se equivocaron, que vivieron años de terror, que hicieron daño y que no debería repetirse. Monumentos en homenaje a las víctimas, no solo de la GM sino también de los que murieron intentando cruzar el muro. Historias de héroes, de ciudadanos comunes y corrientes, de gente que perdió la vida injustamente. No se les olvida. Es como si sintieran vergüenza de lo que sucedió, pero no se oculta, sino que se recuerda, se mantiene vivo, para que sepan que no debe volver a repetirse.

Esta es la foto del monumento al holocausto, se encuentra en el centro de la ciudad, en medio de edificios residenciales, es imposible no verlo. Puede resultar algo extraño, pero es muy significativo, son 2.711 bloques de hormigón de distinta altura, ninguno es igual al otro. Se encuentra muy cerca de donde estuvo la Cancillería del Tercer Reich y el búnker de Hitler.

Me llamó la atención también el equilibrio entre lo que se realza y lo que no. El búnker de Hitler pasa totalmente desapercibido, como si debajo de ese pedazo de suelo no hubiera habido nada. No vaya a ser que de ponerle aunque sea una placa recordatoria, se levanten manifestaciones descabelladas. Es cierto que todavía hay extremistas, el Estado no puede intervenir en la mente ni en la ideología de las personas, pero sí en el diseño de la ciudad y en decidir a quién se homenajea y a quién no.

Nosotros también hemos tenido guerras, torturas, muertos, desaparecidos, malos gobernantes, hemos cometido atrocidades, errores que no se deberían repetir. ¿Hemos aprendido?, ¿recordamos a nuestras víctimas?, ¿recordamos nuestras caídas?, ¿nuestros errores?, ¿a quiénes arruinaron el país?, ¿a quiénes mataron, persiguieron, violaron, robaron? ¿Cuánta controversia hay alrededor del Ojo que llora?, ¿cuántos lo hemos visitado?, ¿cuántos ni siquiera sabemos lo que es? Yuyanapaq se muestra permanentemente en el Museo de la Nación, ¿nos interesa?, ¿la historia del Perú, nos interesa?

Después de las elecciones presidenciales tuve un enorme sin sabor, ¿por qué le volvimos a dar el país a quien fue uno de los peores presidentes de nuestra historia? Muchos dirán “no teníamos salida”, creo que hay una pregunta anterior, ¿por qué nos cerramos nosotros mismos la salida? Tengo una pesadilla recurrente y es una posible reelección de Fujimori, no sé si me estoy volviendo pesimista, pero no me considero poco cuerda al creer que podría ser real. La historia, no solo la del Perú, sino la de nuestra vida misma, debería enseñarnos. ¿Para qué sirve la historia? Pues para aprender de ella, eso diferencia a quienes mejoran y se superan y a quienes están tropezando constantemente.

Para terminar, una frase que creo le viene a pelo a esta entrada y que además he tomado de la página principal de la CVR.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Les Corts – 2da temporada

Desde hace varias semanas creo que he pasado a la segunda temporada. Me explico, ya no me siento “recién llegadita”, conozco buena parte de la ciudad, muchas calles, autobuses, líneas de metro, etc. No estoy como Pedro en su casa, porque mis limitaciones de orientación me lo impiden, pero por lo menos, me muevo en Barcelona a nivel “usuario”.

El barrio donde vivo se llama Les Corts (o Las Cortes en castellano), ya sé los horarios del supermercado, de la panadería, la farmacia, etc. Tengo mis “caseritos” y los rostros de mis vecinos me son familiares. No puedo decir que me siento como en casa, pero ya no me siento extraña, lo cual en realidad, es sumamente importante. Creo que estoy en la segunda temporada.

Mi casa ha vuelto a la tranquilidad, hace un poco más de un mes, caímos en crisis, pero el tiempo mezclado con paciencia y mucha voluntad, hacen que las cosas vuelvan a estar en armonía. Es como si el tiempo se sintiera culpable y decidiera devolvernos la estabilidad que nos quitó. Porque además sabe que volveremos a perder el equilibrio y lo necesitaremos para recuperarnos. Es un círculo vicioso, como la vida misma, donde pasamos por momentos de perfecta armonía, caemos en épocas en donde todo se torna gris y luego, en algún instante, no sé cómo, nos levantamos, volvemos a caminar y a recuperar la perfecta armonía.

Ahora en Les Corts son buenos tiempos y toca disfrutarlos. El último en llegar ha sido Marco, y como buen italiano ya preparó pasta para toda la familia. En una casa en donde los cocineros escasean y la buena comida no se prueba con frecuencia (a decir verdad, creo que hasta ahora no se ha probado), pues su gesto fue por demás valorado. Tobias es todo un personaje, es Phoebe en versión masculina. Vivir con él ha hecho que descubra que me gusta enseñar español. Dani y Montse son las mexicans, a veces cuando hablo con ellas, siento que estoy en una novela! Es muy chistoso… son (junto conmigo) el lado femenino de la casa. Yo, aunque suene duro, soy la más vieja… lo cual ha servido para etiquetarme como “la mamá”, no me gusta mucho… pero es. No solo soy la mayor sino además la más antigua en el depa. Creo que mi personaje en esta segunda temporada es el más aburrido!

Estos nuevos tiempos además vienen cargados de una incipiente primavera, lo cual me hace mucho bien. Ya era momento de sol, de flores, de calor, de buenas noticias, de alegría y de empezar a respirar armonía. Hace tiempo que me hacía falta.

Como post data, una foto de la transición... de izquierda a derecha Montse, Tobias, Jorge, Karina y Dani.


martes, 4 de marzo de 2008

Pausa

De vez en cuando hay que hacer
una pausa

contemplarse a sí mismo
sin la fruición cotidiana

examinar el pasado
rubro por rubro
etapa por etapa
baldosa por baldosa

y no llorarse las
mentiras
sino cantarse las verdades.

Mario Benedetti

Otra vez mi vida se está enfrentando a la muerte, y como he mencionado anteriormente, tengo serios problemas para procesar las despedidas. Así es que, prudentemente es momento de hacer una pausa.

Canción para recordar que de vez en cuando la vida, nos gasta una broma y nos despertamos sin saber qué pasa.