Hace tiempo en verdad, pero es
que la maternidad ha puesto en segundo plano casi todo y aunque tenía muchas
ganas de escribir no encontraba el momento adecuado para hacerlo.
Ya voy seis semanas de mamá, que
han pasado de manera veloz. Solo me doy cuenta del paso del tiempo cuando cargo
a mi hijo y pesa más que el día anterior, cuando le voy a poner un bebecrece y
descubro que ya no le queda o cuando empieza a aparecer un rollo más en su
cuerpito. Y sin embargo, pese a la rapidez con la que han transcurrido estos
días, han significado muchos cambios, emociones, sensaciones que hasta ahora me
cuesta trabajo procesar.
¿En qué momento empezó todo? El
paso de estar embarazada a ser madre es muy rápido y aunque tiene el parto de
por medio, se trata de una experiencia tan intensa, que antes de poder asimilar
lo que nos sucedió, ya estamos en la casa con un bebe en brazos. De pronto nos
encontramos sumergidas en un mundo nuevo, emocionante, maravilloso, pero
también agotador, cuestionador y demandante.
En mi caso, estoy convencida que
en los primeros días estaba bajo los efectos del parto. Me explico, yo tuve un
parto que me permitió sentirme valiente, fuerte, mujer. Luego de eso, casi que
era super poderosa, entonces no había problema si no dormía, si no descansaba o
si no comía. Tenía mil revoluciones dentro y de verdad que no sentía cansancio
ni sueño extremo. Estaba principalmente concentrada en amamantar a mi bebe,
porque claro, tenía que conseguir una lactancia exitosa (tiene que ver con esto
de lo super poderosa); mientras terminaban de llegar los muebles del bebe, lavaba
su ropita y compraba cosas que nos faltaban. Esto sumado a que por primera vez
estaba viviendo en mi casa, días enteros sin salir, tres comidas al día,
lavar, ordenar, limpiar. Mientras descubría la maternidad, descubría lo que es
tener que administrar una casa. Absolutamente todo era nuevo, me había
convertido en madre y en ama de casa, esto último ni me lo esperaba.
Con el paso de las semanas las
cosas empezaron a cambiar. Mi hijo dejó de ser un recién un nacido, su demanda
por la leche aumentó, sus horas de sueño disminuyeron y vinieron algunos
problemas llamados “gases”. Las mil revoluciones que tenía dentro desaparecieron, sentía
agotamiento, sueño, flojera. De pronto me di cuenta que esto de ser madre es
una tarea que requiere ser super poderosa pero de verdad, cuesta mucho criar a
un bebe, mantener una casa en orden y seguir con la vida de afuera, esa de la que hablaba en el post anterior. He tenido un par de momentos de darme por
vencida y reconocer que no puedo sola, que para criar a mi hijo, necesito por
lo menos de alguien más. Felizmente que es así y que cuando no está su papá
conmigo, está mi mamá y algunas veces están los dos a la vez!
La maternidad llega y es difícil
anticipar como reaccionaremos. Sobre todo porque aparece en un momento en el
que estamos emocionalmente alteradas,
estamos puérperas. Y no es solo físico (el cuerpo debe recuperarse del parto, cerrar
heridas, reorganizarse por dentro) sino que sobre todo es emocional, interno,
íntimo. “Estar puérpera significa acompañar emocionalmente al ser que acaba de
pasar el umbral hacia el más acá”. Ese pequeño que tiene que aprender a vivir,
tiene que aprender a reconocer sus emociones, sus necesidades, sus deseos y
toda madre con él. Para mí, estar puérpera es ir descubriendo con mi bebe cada
cosa que nos pasa, sentir juntos, experimentar juntos, frustrarnos juntos,
llorar juntos, mirarnos, querernos, cuidarnos y depender el uno del otro. Ahora
somos dos, pero emocionalmente seguimos siendo uno solo. En cierta medida ser
recién nacido y estar puérpera es la misma cosa.
Canción por el nacimiento de Ramiro: