Y es una experiencia alucinante. La mayor parte del tiempo he tenido la convicción de que era yo quien debía protegerme
y protegerlo, cuidarme y cuidarlo, alimentarme y alimentarlo. No era consciente
de que en realidad como todo en la vida, esta relación ya tenía mucho de
reciprocidad.
Hace un poco más de un mes, mi abuelito materno se puso muy mal de un momento a otro. Todos fuimos “llamados” de emergencia, para lo que podría ser considerado como una despedida. Entramos de uno en uno cubiertos con mascarilla y bata para verlo. Mientras hacíamos la cola, la persona que salía abrazaba a la siguiente que entraría y era inevitable ponerse a llorar.
Yo durante esos minutos, pensaba
en como la vida nos da y nos quita, nos regala vida y se la lleva también. Yo
era un claro ejemplo de eso. Tenía (tengo hasta ahora) una nueva vida en mi vientre y a la vez, me estaba enfrentando a la posibilidad de perder otra.
Tenía también mucho desconcierto, no solo por lo repentino de todo, sino porque
una de las personas más entusiasmadas con la llegada de mi bebe, es mi
abuelito, que desde hace varios años nos viene reclamando un bisnieto. Y por
fin llegaba, el primero y hombre además, como él quería. Me costaba asumir, que
podría irse sin conocer a quien ha esperado por tantos años.
En todo momento, durante ese día
y los siguientes, mantuve una calma sorprendente. Trataba de consolar, de
acompañar, de estar fuerte, para que además me dejaran estar ahí y no me
mandaran a mi casa, por todos los riesgos que implica estar en la emergencia de
un hospital. Era algo extraño viniendo de mí, que usualmente tengo menos
fortaleza y más tristeza y llanto. Hasta mi hermana me comentó en un momento, no puedo creer que no hayas llorado, ¿estás
bien? Y sí, lo estaba, pero porque estaba siendo cuidada por mi bebé. No lo
supe hasta días después.
El embarazo es un estado
particular, por eso mismo también se dice “estar en estado”. Esta conexión
especial entre madre y bebe hace que miremos hacia dentro y nos concentremos
mucho más en nuestro mundo interior, lo que no nos permite mirar la realidad
con la misma objetividad que en otros momentos. Como explica Laura Gutman, vivimos
entre dos polos contrapuestos y complementarios: el yin y el yang, lo
inconsciente y lo consciente, lo femenino y lo masculino, lo interior y lo
exterior. Mientras nos encontramos “en estado” estamos en el mundo del bebe, en
el yin, en el mundo interno.
Con razón estoy tan distraída,
tan sensible, tan ensimismada, tan concentrada en mí, en mi panza y en mi bebe.
Con razón lo externo ha perdido importancia, no me enojo ni me estreso como
antes y hasta podría decir, que no me entristezco como antes. Desde dentro hay
una fuerza que me acoge, que me cuida y me protege. Una nueva vida ha empezado
a habitar mi vida y a transformarme completamente.
Pd. Y lo mejor de todo es que ya falta muy poco para que mi abuelito pueda cargar a su bisnieto. La vida está siendo muy generosa conmigo.
Pd. Y lo mejor de todo es que ya falta muy poco para que mi abuelito pueda cargar a su bisnieto. La vida está siendo muy generosa conmigo.
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