viernes, 30 de noviembre de 2012

Me va a doler


Desde hace semanas que vengo pensando en el dolor, en lo que significa y sobre todo en la forma en que yo me he relacionado con él durante mi vida. Podríamos decir que le corría al dolor, ya sea físico o emocional. Yo pensaba que esta era una conducta más o menos normal, porque me basaba en el hecho de que a la mayoría de gente no le gusta pasarla mal y por tanto, evitar cualquier situación de dolor, sería lo más sensato.

Sin embargo, desde hace algunos meses, he empezado a ver el dolor de una manera distinta. En menos de tres meses tendré que parir y esta experiencia maravillosa de dar vida y nacer, vendrá acompañada de dolor. ¿Qué tan intenso será?, ¿cómo haré para resistirlo? No estoy muy segura, pero esta vez no le correré al dolor y tampoco quiero hacerlo. Por muchas razones, me siento fortalecida y capaz de afrontarlo y por supuesto superarlo.

Esta conducta de evitación tiene su origen en parte, en la crianza que he recibido. Mi mamá se ha preocupado en que no sienta dolor, ante el primer indicio de algo, tenia una pastilla en mi boca. Si me dolía la cabeza, pastilla; si estornudaba, pastilla; si fiebre más pastillas; si hacía un poco de frío, casaca, chalina, guantes. No se podía correr ningún riesgo. Y así como estas, diversas situaciones que me han hecho creer que el dolor hay que evitarlo, que es mejor no acercarse a él.

Ensimismada en mi maternidad, en mi embarazo, en mi futuro parto y en el dolor, me enteré que un amigo muy querido se había puesto muy mal de pronto, al punto de tener su vida en peligro. En ese momento sentí con más claridad que nunca, que el dolor en cualquiera de sus formas, no se puede evitar. Aparece de cuando en cuando y no es malo, solo es cuestión de saber vivir con él.

Hace tiempo me dijeron que sentir dolor no era lo mismo que sufrir, el dolor es irremediable pero el sufrimiento al ser una decisión, se puede evitar. Por supuesto que es una tarea complicada y es algo que poco a poco voy comprendiendo mejor, creo que como todo, la práctica me llevará a mejores resultados.

Por lo pronto, ahora vivo con el dolor/tristeza/preocupación de tener a mi querido Renato internado, esperando que se solucione su problema de salud. Y en paralelo me preparo para el parto y para vivir mi primera experiencia de dolor físico intenso, que estoy segura superaré con éxito. Luego de eso, que vengan todos los dolores que quieran, aquí estaré para torearlos.
 

jueves, 27 de septiembre de 2012

Almita mía

Descubrí a Marta Gómez hace algunos años y desde que la escucho, siempre vuelvo a ella. He sentido sus canciones precisas, exactas, en muchos momentos de mi vida.
 
Hace poco me volvió a pasar y me detuve sobre una en especial, una que le dedica a su abuelito. Ande con mañita almita mía, que para nosotros sería algo así como “ande con cuidado”. Pensé inmediatamente en mis abuelitas y en todo lo que me han cuidado y se han preocupado por mí; en lo importante que es tener gente que te quiera, que te proteja y que piense en ti. Pensaba además en como estas experiencias nos marcan y trascienden a la vida misma. Hay momentos en los que uno tiene más presente a sus ausentes, ya sea por fechas especiales, situaciones cotidianas o excepcionales. Es justo lo que me está pasando en estos largos y maravillosos meses.

Desde hace 3 meses me enteré que voy a ser madre. Ha sido una noticia que me ha suscitado diversas emociones y sentimientos y que me tiene en un estado de ensoñación. Es sumamente impresionante como en un segundo nuestra vida puede cambiar y una noticia así, remover nuestras entrañas (literalmente). Los cambios físicos, si bien son importantes y notorios, son solo una pequeña parte de todo lo que implica este asombroso proceso de volverse madre.

Dentro de todo lo que pienso, siento y sueño, mis imágenes de madre se van haciendo más presentes y van cobrando más sentido. Esto ha coincidido con el primer aniversario de la muerte de mi abuelita paterna y con el recuerdo del cumpleaños de mi abuelita materna. El tenerlas tan presentes, ha hecho que sienta a mi hijito no solo como un regalo de Dios, sino también como un regalo enviado por ellas. Un regalo en donde la vida le sigue a la muerte, en donde unos ciclos terminan y otros inician. Mis padres ahora serán abuelos y yo madre. Ya no hay quien de manera tierna, como solo los abuelos pueden ser, me cuiden y me digan “derechito a su casa”, ahora soy yo quien tendré que cuidar, proteger, querer y mimar a este nuevo bebé que llegará a iluminar mi vida y mi nueva familia.

Canción para querer y ser querido – Marta Gómez “Almita mía”

“Ande con mañita almita mía
No vaya a ser que me la aporreen por ahí
Ande con cuidao’ corazón mío
No vaya a ser que tanto amor
Me le haga daño corazón”





viernes, 24 de agosto de 2012

Veintitantos años después


Son muchos los cambios que he visto en el Perú a lo largo de estos últimos años. Los indicadores económicos son muy buenos y algunas veces tengo la sensación de estar viviendo en otro país, no en el que he conocido desde que era niña.
Hace algunas semanas Alfredo Torres comentaba en su blog que el crecimiento promedio de 6% en la última década es uno de los mayores del mundo. Gracias a la estabilización y la apertura económica, las empresas se volvieron más competitivas y desde entonces se incrementa la inversión, el consumo y los ingresos fiscales.
Desde la ciudad de Lima y de los sectores más modernos del país, este cambio se siente. Yo me acuerdo cuando el único Centro Comercial que había era Camino Real (Plaza San Miguel había caído en desagracia y su enorme estacionamiento solo se usaba para clases de manejo). Me acuerdo también que pedir teléfono fijo era una odisea, había que esperar años para tener una línea. Nosotros solo tuvimos cuando se privatizó la CPT (Compañía Peruana de Teléfonos), aunque a partir de ese momento empezó nuestra triste historia con Telefónica, pero ese es otro tema.
Me acuerdo también de todos los años en los que vivimos bajo el terror de Sendero Luminoso, yo era muy chica, pero tengo un claro recuerdo de los apagones, de los coches-bomba, de los paros nacionales, de Tarata y sobre todo de la bomba que pusieron en Frecuencia Latina. Ese día no tuvimos clases, mi colegio quedaba muy cerca del canal, todo estaba destruido, recuerdo haber estado en la movilidad y mirar por la ventana sin entender qué había pasado. Debía tener 10 años o menos.
 
En todos esos años también nos tocó (como si fuera poco) el primer gobierno de García. La leche Enci y el pan tolete era lo que comíamos todos los días. Había escasez de leche, de azúcar, de arroz, hiper inflación (pero de eso en realidad tengo el recuerdo que una niña que no trabaja ni conoce el valor del dinero, podría tener). 
 
Otro suceso que caracterizó esa época fueron las olas migratorias. Mi familia, como muchas, empezó a pensar en otro destino como posibilidad para vivir y desde inicios de los 80 fueron emigrando varios tíos, todos a Estados Unidos. Ahora, tengo una gran familia (a la que extraño muchísimo) que vive fuera del país, tíos, primos, primos políticos y sobrinos. Hace poco fui a visitarlos, verlos y verme hizo que recordara como era el Perú en esos años, pero también hizo que sintiera que si bien estamos mejor en muchas cosas, seguimos teniendo carencias y desigualdades que no debemos pasar por alto.
 
Todas estas ideas se originaron varias semanas atrás, empezó con una nota bastante cuestionadora de Patricia del Rio, se acentuó con el viaje a NY y la visita a mi familia, siguió dándome vueltas con otros temas más y recién ahora lo puedo terminar. Para seguir pensando en el progreso, en el pasado, en el futuro y en nuestras ganas de seguir haciendo de este país un mejor lugar donde vivir, para nosotros y para los que vendrán; porque si nos atrevemos a traer niños al mundo es porque confiamos en que así será.

domingo, 10 de junio de 2012

La casa nueva

Hace más de dos meses me mudé a la casa nueva, dando inicio a una etapa totalmente novedosa, llena de entusiasmo, alegría y mucha ilusión.

No es un cliché eso del “tiempo pasa volando”, es la descripción más exacta que hay de la vida, el día a día pasa tan de prisa, que solo cuando paramos y miramos hacia atrás o cuando nos encontramos con gente que conocemos años y hasta décadas, nos damos cuenta del tiempo que ha pasado.

Así ha ocurrido con estos dos meses: pasaron volando, tratando de acomodarnos en este nuevo espacio, comprando artefactos, poniendo cortinas, organizando la limpieza, las compras, los gastos, los horarios de dormir y de levantarse, armando nuestra nueva vida juntos. Esa que empezamos cerrando y abriendo, empacando y desempacando, guardando y sacando, era el fin de una etapa y el comienzo de otra. Yo cerraba más de dos años de convivencia con mi única “roomie” limeña, cerraba mi vida de “independencia” fuera de la casa de mis padres, cerraba mi depa de soltera, cerraba toda una época. Pero, a diferencia de lo que me suele ocurrir con las despedidas y los puntos finales, esta vez, estaba feliz, era lo que tenía y quería hacer, como cuando un niño luego de caminar como robot empieza a caminar firme y luego corre y corre y corre.

Yo he empezado a correr (en sentido figurado, porque la verdad ni camino!). Una enorme felicidad inunda mis días y tengo impaciencia por vivir el futuro. En este camino tengo algunas certezas y muchas incertidumbres. No sé como serán los siguientes meses, solo sé que quiero seguir viviéndolos como hasta ahora. El futuro se escribirá solo.