miércoles, 27 de marzo de 2013

Nació mi niño


Hace tiempo en verdad, pero es que la maternidad ha puesto en segundo plano casi todo y aunque tenía muchas ganas de escribir no encontraba el momento adecuado para hacerlo.
Ya voy seis semanas de mamá, que han pasado de manera veloz. Solo me doy cuenta del paso del tiempo cuando cargo a mi hijo y pesa más que el día anterior, cuando le voy a poner un bebecrece y descubro que ya no le queda o cuando empieza a aparecer un rollo más en su cuerpito. Y sin embargo, pese a la rapidez con la que han transcurrido estos días, han significado muchos cambios, emociones, sensaciones que hasta ahora me cuesta trabajo procesar.
 
¿En qué momento empezó todo? El paso de estar embarazada a ser madre es muy rápido y aunque tiene el parto de por medio, se trata de una experiencia tan intensa, que antes de poder asimilar lo que nos sucedió, ya estamos en la casa con un bebe en brazos. De pronto nos encontramos sumergidas en un mundo nuevo, emocionante, maravilloso, pero también agotador, cuestionador y demandante.
 
En mi caso, estoy convencida que en los primeros días estaba bajo los efectos del parto. Me explico, yo tuve un parto que me permitió sentirme valiente, fuerte, mujer. Luego de eso, casi que era super poderosa, entonces no había problema si no dormía, si no descansaba o si no comía. Tenía mil revoluciones dentro y de verdad que no sentía cansancio ni sueño extremo. Estaba principalmente concentrada en amamantar a mi bebe, porque claro, tenía que conseguir una lactancia exitosa (tiene que ver con esto de lo super poderosa); mientras terminaban de llegar los muebles del bebe, lavaba su ropita y compraba cosas que nos faltaban. Esto sumado a que por primera vez estaba viviendo en mi casa, días enteros sin salir, tres comidas al día, lavar, ordenar, limpiar. Mientras descubría la maternidad, descubría lo que es tener que administrar una casa. Absolutamente todo era nuevo, me había convertido en madre y en ama de casa, esto último ni me lo esperaba.

Con el paso de las semanas las cosas empezaron a cambiar. Mi hijo dejó de ser un recién un nacido, su demanda por la leche aumentó, sus horas de sueño disminuyeron y vinieron algunos problemas llamados “gases”. Las mil revoluciones que tenía dentro desaparecieron, sentía agotamiento, sueño, flojera. De pronto me di cuenta que esto de ser madre es una tarea que requiere ser super poderosa pero de verdad, cuesta mucho criar a un bebe, mantener una casa en orden y seguir con la vida de afuera, esa de la que hablaba en el post anterior. He tenido un par de momentos de darme por vencida y reconocer que no puedo sola, que para criar a mi hijo, necesito por lo menos de alguien más. Felizmente que es así y que cuando no está su papá conmigo, está mi mamá y algunas veces están los dos a la vez!
 
La maternidad llega y es difícil anticipar como reaccionaremos. Sobre todo porque aparece en un momento en el que estamos emocionalmente alteradas, estamos puérperas. Y no es solo físico (el cuerpo debe recuperarse del parto, cerrar heridas, reorganizarse por dentro) sino que sobre todo es emocional, interno, íntimo. “Estar puérpera significa acompañar emocionalmente al ser que acaba de pasar el umbral hacia el más acá”. Ese pequeño que tiene que aprender a vivir, tiene que aprender a reconocer sus emociones, sus necesidades, sus deseos y toda madre con él. Para mí, estar puérpera es ir descubriendo con mi bebe cada cosa que nos pasa, sentir juntos, experimentar juntos, frustrarnos juntos, llorar juntos, mirarnos, querernos, cuidarnos y depender el uno del otro. Ahora somos dos, pero emocionalmente seguimos siendo uno solo. En cierta medida ser recién nacido y estar puérpera es la misma cosa.
Canción por el nacimiento de Ramiro: