Ayer fue el día del trabajo. Comparado con la mayoría de trabajadores, podría decir que mi etapa como parte de la PEA ha sido bastante corta, desde el último año de universidad hasta unos quince días antes de viajar a Barcelona. En esos 4 años y un poquito más, salí de vacaciones solo 3 veces (que sumado hicieron un mes de descanso) y trabajé tantas horas extras que seguramente ya llevo unos 10 años trabajados. Me enfermé de gastritis, mis migrañas se intensificaron y perdí buena parte de mi vida social porque no tenía tiempo o estaba demasiado cansada.
Sin embargo, formaba parte del escaso 40% de trabajadores que cuenta con beneficios laborales. Este dato es de la última encuesta de opinión de la PUC, que sin ser una sorpresa, nos revela datos desalentadores sobre la situación laboral de los limeños. El 90% de los entrevistados considera que los trajadores peruanos están poco o nada protegidos por las leyes laborales y lo que más se reclama es estabilidad en el empleo (37%) y buenos ingresos (25%).
Estos datos preocupan, la situación del trabajador preocupa. Nos hemos creído el cuento de que es mejor trabajador aquel que hace innumerables horas extras, el que nunca sale a la hora, el que a veces no tiene tiempo para almorzar, el que no sale de vacaciones, el que no reclama, el que agradece el simple hecho de estar empleado. Esto me recuerda a la última Conferencia Anual de Ejecutivos, en donde Alan García se apareció para decirle a los empresarios que suban los sueldos. ¿Cuándo se animarán los empresarios justos y prósperos a hacerle caso al presidente y pagar lo que corresponde? Ni más ni menos, solo lo que es justo.
No hay mucho más que decir, es un día que nos invita a la reflexión. Como escribió Susana Villarán en La República, quienes celebran la fiesta son otros, no los trabajadores.
Acá un pedacito del texto, que recomiendo leer:
1 comentario:
Es cierto, las condiciones laborales de Perú dejan mucho que desear, y yo tambien lo viví durante mi corto paso por la PEA, cuando me dedique a la docencia, sueldo menos que mínimo sin beneficios y con una carga emocional alta (traten de enseñar a niños, púberes y adolescentes, es para volverse loco!)
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