Desde hace semanas que vengo pensando en el dolor, en lo que significa y sobre todo en la forma en que yo me he relacionado con él durante mi vida. Podríamos decir que le corría al dolor, ya sea físico o emocional. Yo pensaba que esta era una conducta más o menos normal, porque me basaba en el hecho de que a la mayoría de gente no le gusta pasarla mal y por tanto, evitar cualquier situación de dolor, sería lo más sensato.
Sin embargo, desde hace algunos meses, he empezado a ver el dolor de una manera distinta. En menos de tres meses tendré que parir y esta experiencia maravillosa de dar vida y nacer, vendrá acompañada de dolor. ¿Qué tan intenso será?, ¿cómo haré para resistirlo? No estoy muy segura, pero esta vez no le correré al dolor y tampoco quiero hacerlo. Por muchas razones, me siento fortalecida y capaz de afrontarlo y por supuesto superarlo.
Esta conducta de evitación tiene su origen en parte, en la crianza que he recibido. Mi mamá se ha preocupado en que no sienta dolor, ante el primer indicio de algo, tenia una pastilla en mi boca. Si me dolía la cabeza, pastilla; si estornudaba, pastilla; si fiebre más pastillas; si hacía un poco de frío, casaca, chalina, guantes. No se podía correr ningún riesgo. Y así como estas, diversas situaciones que me han hecho creer que el dolor hay que evitarlo, que es mejor no acercarse a él.
Ensimismada en mi maternidad, en mi embarazo, en mi futuro parto y en el dolor, me enteré que un amigo muy querido se había puesto muy mal de pronto, al punto de tener su vida en peligro. En ese momento sentí con más claridad que nunca, que el dolor en cualquiera de sus formas, no se puede evitar. Aparece de cuando en cuando y no es malo, solo es cuestión de saber vivir con él.
Hace tiempo me dijeron que sentir dolor no era lo mismo que sufrir, el dolor es irremediable pero el sufrimiento al ser una decisión, se puede evitar. Por supuesto que es una tarea complicada y es algo que poco a poco voy comprendiendo mejor, creo que como todo, la práctica me llevará a mejores resultados.
Por lo pronto, ahora vivo con el dolor/tristeza/preocupación de tener a mi querido Renato internado, esperando que se solucione su problema de salud. Y en paralelo me preparo para el parto y para vivir mi primera experiencia de dolor físico intenso, que estoy segura superaré con éxito. Luego de eso, que vengan todos los dolores que quieran, aquí estaré para torearlos.
Sin embargo, desde hace algunos meses, he empezado a ver el dolor de una manera distinta. En menos de tres meses tendré que parir y esta experiencia maravillosa de dar vida y nacer, vendrá acompañada de dolor. ¿Qué tan intenso será?, ¿cómo haré para resistirlo? No estoy muy segura, pero esta vez no le correré al dolor y tampoco quiero hacerlo. Por muchas razones, me siento fortalecida y capaz de afrontarlo y por supuesto superarlo.
Esta conducta de evitación tiene su origen en parte, en la crianza que he recibido. Mi mamá se ha preocupado en que no sienta dolor, ante el primer indicio de algo, tenia una pastilla en mi boca. Si me dolía la cabeza, pastilla; si estornudaba, pastilla; si fiebre más pastillas; si hacía un poco de frío, casaca, chalina, guantes. No se podía correr ningún riesgo. Y así como estas, diversas situaciones que me han hecho creer que el dolor hay que evitarlo, que es mejor no acercarse a él.
Ensimismada en mi maternidad, en mi embarazo, en mi futuro parto y en el dolor, me enteré que un amigo muy querido se había puesto muy mal de pronto, al punto de tener su vida en peligro. En ese momento sentí con más claridad que nunca, que el dolor en cualquiera de sus formas, no se puede evitar. Aparece de cuando en cuando y no es malo, solo es cuestión de saber vivir con él.
Hace tiempo me dijeron que sentir dolor no era lo mismo que sufrir, el dolor es irremediable pero el sufrimiento al ser una decisión, se puede evitar. Por supuesto que es una tarea complicada y es algo que poco a poco voy comprendiendo mejor, creo que como todo, la práctica me llevará a mejores resultados.
Por lo pronto, ahora vivo con el dolor/tristeza/preocupación de tener a mi querido Renato internado, esperando que se solucione su problema de salud. Y en paralelo me preparo para el parto y para vivir mi primera experiencia de dolor físico intenso, que estoy segura superaré con éxito. Luego de eso, que vengan todos los dolores que quieran, aquí estaré para torearlos.