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sábado, 8 de diciembre de 2007

Erase una vez hace 365 días


Acabo de revisar mi correo, encuentro por fin un mail de Ivette (una amiga muy querida) y digo por fin, porque desde hace varios días no sabía de ella, cosa que ya empezaba a extrañarme. Lo voy leyendo y las lágrimas van llenando mis ojos. Su abuelita había fallecido. No sé hace cuanto, solo sé que esa tristeza la alejó del Hotmail y por lo tanto de mi.

Como yo no creo que en las coincidencias, ese mail fue una razón más para empezar a escribir. Hace un año tenía planeado un viaje a Tumbes y planeado con muchos meses de anticipación (cosa que nunca había hecho ni volveré a hacer), tenía toda la ilusión del mundo y muchas ganas de conocer las playas del norte. Un ataque de migraña lo impidió. Los que me conocen de cerca, saben de mi estrecha relación con las emergencias, las inyecciones y los dolores de cabeza. Así es que el 7 de diciembre me la pasé en la emergencia de la Stella Maris mientras mi avión se iba a Tumbes. Luego de dormir como 24 horas seguidas, me levanté el viernes 8, fui a comer un cevichito a La Punta y por la tarde compré un panetón D’onofrio y fui a tomar lonche a la casa de mi abuelita. Después de todo, haber perdido el viaje no tenía porque ser tan malo. Disfrutamos mucho de esa tarde, mi abuelita me dio de comer en abundancia, como siempre. Hablamos de que empezaba el verano, de la navidad, de mi dolor de cabeza, etc. Luego de algunas horas nos despedimos, la abracé, la besé y me fui. Esa fue la última vez que la vi. Mi abuelita falleció días después (muy cerca a navidad).

Desde hace días vengo pensado en ella y leer el mail de Ivette hizo que despertara toda la tristeza que 365 días no han logrado reparar. Tristeza que intento esconder (muchas veces sin éxito). Hoy quiero recordar a mi abuelita con nostalgia, sin que esto sea malo porque uno solo tiene nostalgia cuando echa de menos algo bueno que ha perdido y su vida fue lo suficientemente buena como para tener nostalgia para rato.

Erase una vez, hace 365 días que Karina y su abuelita tomaban lonche. Hoy no sé dónde estará, ¿quizás con la abuelita de Ivette? Espero que no se enoje por hablar de ella, siempre fue tan discreta, tan silenciosa, tan dulce, que estos medios de comunicación modernos no le hubieran gustado!

Quiero terminar con una canción que a Ivette y a mí nos gusta mucho! Porque todos los finales son el mismo repetido y con tanto ruido no escuchamos el final.