martes, 8 de marzo de 2011

Soy mujer

Y me encanta.

Sin embargo, lo que nunca me ha gustado es que haya un día de la mujer y que se repartan saludos y vivas como si el solo hecho de ser mujer sea digno de celebración.

Y en ese sentido coincido con Cecilia Blondet en un estudio que hizo hace más de diez años sobre las mujeres y la política, en donde señaló tres riesgos que presenta la escena política actual para las mujeres. Voy a citar solo dos porque creo que aplican para cualquier ámbito:

(1) “Cuidado con el resurgimiento del "mujerismo" y del "viva la mujer". No todas las mujeres somos iguales ni todas hermanas, (…). Hay mujeres honestas y corruptas, autoritarias y demócratas, pobres y ricas, cada una con intereses bien diferenciados.

(2) “Cuidado con el riesgo del esencialismo: por ser mujeres somos mejores, hacemos política diferente, somos más buenas, más afectuosas, más sensibles. Como si estuviéramos en una competencia de quién es mejor, y las mujeres, por un nuevo sentido común y por el error de los hombres, hoy resultan las mejores.

No soy más ni menos, solo soy mujer y me gusta. Y es así porque a lo largo de mi vida he estado rodeada de mujeres. De mujeres que lucharon por defender sus ideales, sus derechos, sus hijos, sus familias. Mujeres que se esforzaron por ser mejores, a pesar de la adversidad y de la desigualdad. Mujeres trabajadoras, tercas, inmensamente fuertes, que han logrado que mi vida ahora, sea mucho mejor que la que ellas vivieron. A esas mujeres, a mis mujeres, les tengo infinito amor y gratitud.

Natalia nació hace 82 años, ese mismo día, su mamá falleció. Dice mi psicóloga, que hay dos cosas de las cuales una persona no se puede recuperar: perder una madre a temprana edad y perder un hijo. Natalia ha vivido ambas experiencias. Sin embargo, puedo asegurar que no solo se ha recuperado, sino que su corazón sigue lleno de energía y de amor. A lo largo de su vida, le ha tocado pasar diversas experiencias, Natalia fue madre adolescente y madre soltera. Sorteó esos años trabajando en lo que pudo, convirtiéndose en una mujer emprendedora y luchadora. Como era costumbre en esa época, Natalia siguió siendo madre, se volvió a enamorar y junto a su nueva pareja, trabajaron codo a codo para mantener a sus siete hijos. Natalia es una mujer valiente, guerrera, fuerte y a la vez, es tierna, querendona, preocupada por los suyos y fiel defensora de sus hijos. Yo soy mejor mujer porque ella me enseñó a luchar por lo que creo, a esforzarme por alcanzar mis metas, a no darme por vencida y sobre todo a perdonar (aunque esto último no lo he aprendido muy bien).

Hilda falleció hace 4 años. Su partida me ocasionó un dolor desconocido hasta ese momento y que hasta ahora sigue siendo irreparable. Ella era una mujer sencilla, callada y quejumbrosa. A los 19 años dejó a su familia para escaparse en caballo con el amor de su vida. Tuvo 8 hijos, a su hija mayor la tuvo que enterrar antes que cumpliera los tres años. Su vida transcurrió entre los ajetreos de la crianza de los hijos y la magia que empleaba para hacer que el sueldo de su esposo policía alcance para todos. Hilda tuvo que asentarse en una ciudad diferente a la suya, con otra cultura y lejos de su familia y sus amigos. Crió a sus hijos con celo e hizo que se sintieran orgullosos del lugar de donde venían. Yo soy mejor mujer porque ella me enseñó a querer mis orígenes, mi familia, mi historia. Me enseñó a ser sencilla, a no hablar más de la cuenta y a no sentirme menos que nadie.

Rosana es la mujer que me dio la vida y esa frase resume todo lo que siento por ella. Es una mujer joven, regia, moderna, preocupada por verse bien y pendiente de absolutamente todo lo que le rodea. Ama profundamente a su familia, cuida casi con devoción a su esposo y se desvive por sus dos únicas hijas. Dejó de trabajar cuando yo nací y desde ese momento su vida empezó a girar alrededor de su más preciado tesoro: la familia que hace más de 30 años ha formado. Yo soy mejor mujer porque ella me enseñó todo lo que sé, me cargó cuando nací, me amamantó los primeros meses de vida, me cambió los pañales y me dio la seguridad básica de que estaría a mi lado siempre, cuidándome, protegiéndome y ayudándome a caminar, a gatear, a correr; ayudándome a ser la mujer que soy ahora.

No somos ni más ni menos, solo somos mujeres, cada quien a su manera, a su estilo, con nuestras imperfecciones y virtudes, como todos. Pero lo valioso de estas tres mujeres, como dije antes, es que han logrado que mi vida ahora, sea mucho mejor que la que ellas vivieron. A esas mujeres, a mis mujeres, les tengo infinito amor y gratitud.

2 comentarios:

Cinthia dijo...

Muy bello Kari, realmente es una manera muy linda de definir a las mujeres que nos dio la vida en cierto sentido, las abuelitas y nuestra madre, de las cuales hemos aprendido ese amor y coraje de cada una. Gracias por estar lejos de casa y sentir que esas mujeres me acompanan mas q nunca a donde vaya.

Anónimo dijo...

Linda reflexión Karinita, ser mujer es un privilegio y una responsabilidad, y como lo indicas en tu cita no nos hace por ello mejores o peores, pues como ser humano no el genero nos excusa. Considero que celebrar el DIA de la mujer es recordar que aun existen mujeres que por el solo hecho de serlo aun sufren injusticias, que las hay muchas en el mundo, pero además por genero … ya suena aun mas injusto (raza-mujer, pobreza-mujer, trabajo-mujer, etc.), existen lugares en los cuales tener una hija mujer es una desgracia, por sobrevivencia o lo que fuere.
Gracias a Dios coincido contigo en una de las tres lindas historias genealógicas que relatas, una de ellas es mi madre, de la cual me siento muy orgullosa, NATALIA, que es el centro de nuestra familia.
Tú eres también una hermosa mujer no solo en lo externo que es evidente, sino hermosamente bella por tu espíritu, solidaridad y fortaleza. Como diría Teofilo eres una muñeca guerrera de la cual todos estamos orgullosos.

Mary